Antonio, accedió a la catedral por la Puerta de Platerías y en el primer banco de la Catedral en el que vio un sitio libre, se sentó para escuchar la misa de las doce que cada día se celebraba en honor de los peregrinos que ese día habían dado por finalizada la peregrinación.

            A su lado se encontraba Pablo que también había terminado ese mismo día, aunque no se habían conocido por el camino, cuando finalizo la misa, salieron juntos y comenzaron a hablar de la aventura que acababan de realizar.

            Decidieron celebrarlo y se fueron a una pulpería, era lo más típico una buena ración de pulpo, con una jarra de ribeiro y lo que les recomendaron en el establecimiento, unos pimientos de padrón, oreja y lacón.

            Mientras comían las delicias que les habían servido, Pablo comentaba la majestuosidad del Pórtico de la Gloria y como le había dejado casi sin palabras su contemplación. Antonio, en cambio le hablaba de los espacios imponentes que había podido observar en las tierras navarras, los valles, los montes y los enormes bosques. Pero a Pablo no le parecían comparables con el éxtasis que él había observado en la obra del maestro Mateo.

            Pablo comentó que también había tenido la oportunidad de ver el parador que un día fue hospital de peregrinos y se imaginó a los caminantes medievales cuando llegaran a la capital gallega, quedarían extasiados al ser alojados en esta obra maestra de la edad media.

            Para Antonio, las construcciones románicas que se había encontrado en los pequeños y medianos pueblos castellanos le hacían comprender la riqueza que un día tuvo Castilla así como su poder durante los siglos que siguieron a las primeras peregrinaciones.

            Pero por más datos que le daba a Pablo no le parecía tan impactante lo que su compañero le hablaba, al menos para él no había tenido la misma sensación que cuando había llegado a Santiago.

            El conjunto de la Catedral gallega, se observara desde el Obradoiro, desde Platerías o desde la Quintana, era un recinto que no tenía parangón en todo el camino y solo por eso merecía la pena hacer el camino, para ver como peregrino esta imponente obra, aseguro Pablo.

            Entonces Antonio fue recordando esas obras góticas que se había encontrado en diferentes lugares del camino. El claustro de la capital Navarra, la majestuosidad del bello templo gótico que elevaron hasta el cielo los hermanos Colonia o la luz que penetraba en el interior del gran templo de la capital leonesa. Todas esas construcciones que por los pueblos se fueron encontrando mientras caminaban a Santiago.

            Pero Pablo no estaba de acuerdo, el peregrino cuando realmente llega a extasiarse es cuando contempla todas las contriciones que se han ido haciendo para los peregrinos en la capital gallega.

            Antonio se dio cuenta que su compañero había estado con orejeras mientras caminaba, su mirada estaba dirigida al frente y fue dejando de contemplar todo lo que el camino le había ofrecido durante los treinta días que había estado caminando. Los montes y los valles navarros, Eunate la de las cien puertas, las iglesias románicas y góticas que jalonaban cada población que había en el camino, esos puentes que fueron levantados para permitir el paso de los peregrinos sin que los cauces a veces muy profundos los frenaran, los monasterios que se levantaron para acoger a quienes llamaban a sus puertas, los hospitales de peregrinos que socorrían a quienes los necesitaban, la soledad de las llanuras castellanas, los escabrosos y peligrosos montes de León, la magia de las corredoiras y los bosques de Galicia. Todo eso Pablo se lo había perdido como hacen muchos peregrinos para quienes lo importante es el final de su camino, ver cumplido ese objetivo que se marcaron cuando salieron de sus casas que les ha hecho olvidarse de todo lo demás que el camino les ofrecía.

            Por eso, aunque todos realizan el mismo camino, generalmente para todos es diferente, algunos solo creen que lo importante es lo que vemos al final, mientras que para una gran parte la verdadera esencia de este camino se encuentra en lo que el camino te va ofreciendo a cada paso que das.

 

Sentimientos Peregrinos