Paz y bien:
Todas las tardes, cuando el sol declina su mirada de resplandor, me reúno con un grupo de peregrinos de diversos lugares del mundo en un lugar emblemático del Camino francés, en una vetusta iglesia, junto a un albergue, rodeados ambos de una materna naturaleza que abraza con su fragancia y exuberancia.
Al son de la música, iluminados por una tenue luz, compartimos momentos de intimidad soñando con la paz.
Y hay un momento en el cual les hablo de la esperanza como el horizonte vital hacia el que hay que caminar siempre.
Y mirando hacia el fondo de la iglesia, me inspiro en una puerta abierta a través de la cual se puede contemplar el verdor de la naturaleza; el verde es el color de la esperanza.
Y les invito a que traspasen el umbral de esa puerta de la esperanza, a que no tengan miedo, a que caminen paso a paso, poco a poco, siempre hacia ese horizonte que se va conquistando con la fuerza de la voluntad y a paso de amor hecho obra de bondad.
Ultreia significa más allá, seguir avanzando. Y Suseia, hacia lo alto, hacia el cielo.
Buen Camino