Fray Francisco Javier Castro Miramontes se define como sacerdote franciscano y peregrino. Este fraile ha sido rector guardián del convento de San Francisco en Santiago de Compostela. Actualmente  trabaja como Director del Museo de Tierra Santa que se encuentra en esta ciudad. Intelectual apasionado del Camino, tiene en su haber varios libros y artículos publicados sobre este tema, entre los que destacan algunos como «Al encuentro de la vida. Diario de un peregrino».
Hablamos con Francisco Javier Castro sobre la situación del Camino de Santiago en la actualidad. Y también sobre la vinculación de esta peregrinación con la Orden Franciscana.

¿Cuál es tu vinculación con el Camino de Santiago? 

Nací en una ciudad “almada”, conocida como Santiago de Compostela. Vivía en uno de los barrios de entrada de una de las rutas jacobeas (en el barrio de San Pedro: Camino francés). Desde siempre, estoy acostumbrado a ver llegar peregrinas/os. Hice el Camino en diversas ocasiones, y promuevo un proyecto (una realidad) de acogida en el convento de San Francisco de esta ciudad “meta” que en realidad es puerta de entrada a otra ruta: la vida.

Como peregrino, religioso, y persona que trabaja en el Camino, ¿qué cambios ha tenido esta peregrinación a lo largo de los años?

Aunque la esencia es la misma (la búsqueda del sentido de la vida, cada cual con la carga -mochila- de su vida a cuestas), han cambiado las formas. Ha cambiado la fisonomía del Camino (recuperación de rutas, nuevos y numerosos albergues). Y sobre todo, el número de caminantes (muchos más). Lo que genera por momentos una especie de hartazgo entre los propios peregrinos, y en determinados lugares de paso. Conocí el Camino antes del boom mediático que supuso el Año Santo Compostelano de 1993. Hasta entonces apenas había información. Era una aventura expuesta a muchos sobresaltos (prácticamente no había albergues), y realizábamos el camino un puñado de personas. Nada que ver con las cifras actuales. Aunque la grandeza del Camino la determina sus peregrinos, cada uno (ha de primar siempre la calidad humana frente a la cantidad).

¿Qué tiene esta peregrinación que a mucha gente le cambia la vida?

El Camino es como la vida misma (la vida es un camino). El hecho mismo de caminar nos pone en contacto con la realidad exterior (la naturaleza, el contacto con otros caminantes, con los hospitaleros, con los habitantes de los pueblos y ciudades del Camino). Pero sobre todo con la interior (la búsqueda del sentido de la vida, dar un poco de luz a situaciones de oscuridad). Se pasa de ir corriendo a volver a nuestras raíces. Caminando con nuestras piernas no más de 4 o 5 km a la hora. Resumiría el sentido del Camino en una palabra: espiritualidad (en un sentido amplio, entendiéndolo como una recuperación de los valores humanos esenciales, que son profundamente espirituales: el amor, la amistad, la justicia, la paz, la bondad, la solidaridad, la esperanza…).

¿Por qué se ha puesto tan de moda que cada año lo hace más gente?

El tema publicitario es importante (hoy Internet está a la orden del día, y lo relacionado con el Camino sobreabunda en esa red de redes). Sin embargo, considero que funciona mucho y bien el boca a boca. Si tu amigo lo ha hecho y se emociona al contarte sus experiencias, surge con naturalidad el deseo de probar, de conocer, de experimentar en propia persona. Normalmente el caminante no se guarda para sí la sabiduría alcanzada paso a paso. Y esto produce un efecto de contagio.

¿Corre el peligro de desvirtuarse el Camino ante tantos peregrinos?

Sí, sin duda, y algo de eso está sucediendo ya. Se ha mercantilizado en exceso. Y el que haya una multitud genera incomodidades. Pero el auténtico peregrino/a seguirá encontrando lo que busca, aunque sea con más ruido, más gente, y mucho mensaje publicitario de “compra-consume”.

¿Qué hay que mejorar en el Camino?

Lo primero, conocer su esencia (su actualidad y su historia), y entender cuál es su “alma”. En los últimos tiempos sobreabunda la figura del “turperegrino” (término acuñado por los propios peregrinos). Es cierto que el Camino tiene también un componente turístico (conocer lugares, monumentos…). Pero no es lo primordial (casi me atrevería a decir, que es algo secundario, porque lo prioritario es la experiencia misma del caminar). En algunos lugares habría que cuidar más la figura del peregrino (no ver en esta figura un euro con patas, o alguien que molesta), redimensionar y dar valor a la hospitalidad.

Me gusta mucho la expresión hospital (y por añadidura hospitalera/o). Hospitalidad implica acoger con amabilidad para propiciar el bien de la persona (físico y espiritual). También habría que proteger más a los peregrinos. Al fin y al cabo son personas muy expuestas a toda clase de abusos. Y por parte de algunos peregrinos, no estaría de más recordar una máxima: peregrino es quien recibe con gratitud, no quien exige.

Todos hacen el Camino por motivos diferentes pero, desde tu punto de vista, ¿que tienen en común todos los peregrinos?

Suelo decir que si tú hablas con un peregrino en Roncesvalles (por ejemplo), justo antes de comenzar su peregrinación, y le preguntas por qué lo hace, te dará algunas respuestas más bien vagas, evasivas: “porque tengo unos días de vacaciones, porque un amigo lo ha hecho y me ha dicho que merece la pena, porque me gusta el senderismo, la naturaleza, conocer sitios distintos, a personas de otros lugares…” Si a ese mismo peregrino lo acoges a su llegada a la Plaza del Obradoiro, te contará otra historia. Las motivaciones se van clarificando a golpe de paso, y el caminante descubre muchas cosas que tenía arremolinadas en el fondo del alma.

¿Cuál es la vinculación de los franciscanos con el Camino de Santiago?

Según la tradición, Francisco de Asís fue peregrino a Compostela (según Dante Aligheri, es propiamente “peregrino” quien viene a Santiago por devoción). Así quedó referido en el libro “Las florecillas de San Francisco” (capítulo IV). Y lo que sí es completamente histórico es que en su época (siglo XIII y posteriores) hubo mucha presencia de la familia franciscana al borde de los diversos caminos. Desde hace años, en el compostelano convento de San Francisco, perpetuamos nuestra alianza con las rutas a través de la acogida de caminantes, en el “Hogar de espiritualidad San Francisco de Asís”.

¿Que relación tiene el Camino de Santiago con un hombre como Francisco de Asís?

Francisco, en cierto modo, es el prototipo de peregrino. Ciudadano del mundo, el hombre que busca la máxima libertad desprendiéndose de lo material. Pero sobre todo dejando atrás el lastre de nuestras «negatividades» interiores. Fue el hombre que fraternizó con todos y con todo. Llamando hermano/a a toda criatura animada o inanimada. Fue el hombre en camino. Sabedor que de que estamos de paso en esta vida, pero que es importante dejar tras de sí la huella del amor.

 

Francisco Javier Castro escribe cada semana sus reflexiones en nuestra web, en el apartado «Ecos del Camino.

 

 

Alejandro Palacios Álvarez