El acto de dar hospitalidad a los viajeros es considerado como un signo de civilización. En muchas sociedades, la hospitalidad al viajero es un principio que practican como un habito en su vida grupal.

Desde el inicio de las peregrinaciones jacobeas la hospitalidad fue uno de los pilares fundamentales de la misma. El fomento de hospitales atendidos por hospitaleros y hospitaleras fue un fenómeno que se desarrollo desde los primeros siglos de las peregrinaciones jacobeas hasta nuestros días. Hasta mediados del siglo XI, algunos peregrinos compostelanos tenían algunas particularidades. Muchos eran personajes nobles, del alto clero y ricos hombres que se hacían acompañar con un séquito.

A partir de la segunda mitad del siglo XI, el peregrinaje se populariza y abundan los peregrinos de muy diverso origen y condición. Esto obliga a las instituciones de la época a apoyar los establecimientos en donde dar hospitalidad a los peregrinos.

La orden benedictina fue una de las primeras ordenes que desarrolló y fomentó la hospitalidad jacobea. Y lo hizo través de sus numerosos conventos. Más tarde aparecerían otras ordenes religiosas que tendrían como eje principal atender a los pobres y a los peregrinos.
En el siglo XII, Aymeric Picaud en el capítulo final del “Códice Calixtino” habla sobre la acogida que hay que dar a los peregrinos. Dice que todo el mundo debe recibir con caridad y respeto a los peregrinos. Señala que todo el que los reciba y hospede con esmero, tendrá como huésped no solo a Santiago, sino al mismo Jesucristo.