Al parecer era el Obispo en Le Puy-en-Velay, Aquitania (Francia)en el siglo X. Debe su reputación al hecho de haber peregrinado a Santiago de Compostela, acompañado de un gran séquito. Además del obispo y de miembros del clero, viajaban en esta comitiva trovadores, malabaristas, pajes, soldados y nobles. Un cortejo que, sin duda, dejaría huella en el recuerdo de los lugares donde pasaron. Así pues, este personaje es considerado el primer peregrino que llegó a Santiago desde el otro lado de los Pirineos.
Su viaje no está documentado en ningún archivo eclesiástico. Si se conoce gracias al testimonio de un monje del monasterio riojano de Albelda de Iregua. Este religioso hace referencia a Gotescalco como peregrino ilustre. Y lo hace en el prólogo de un libro que, al parecer, el mismo Gotescalco le había encargado. La noticia del viaje del obispo sirvió para impulsar las peregrinaciones jacobeas en Francia.
A pesar de que antes de Gotescalco hubo otros peregrinos, su figura destaca entre todas. Sorprende haber llegado desde una tierra tan lejana en una época en la que viajar era peligroso. Y, sobre todo, en un tiempo en el que el Camino no había desarrollado todavía una estructura de hospitales, ni existía un trazado continuado.
Gotescalco, símbolo de la peregrinación del Camino Francés, se ha convertido en una figura emblemática del espíritu jacobeo que impregna Europa desde mediados del siglo pasado. Gracias a la memoria dejada por Gotescalco, la ciudad de Le Puy sigue manteniendo viva una gran actividad relacionada con el Camino.