El Ebro es el segundo río más largo de España y el más caudaloso. Sus aguas han configurado una red de caminos que los peregrinos han utilizado desde comienzos del segundo milenio. Su huella ha quedado en numerosos testigos jacobeos, en documentación histórica de peregrinos y salvoconductos y en testimonios de una antigua red hospitalaria, que hoy nuevamente empieza a resurgir.
El Camino Jacobeo del Ebro tiene su inicio simbólico en la desembocadura del Ebro, en un monumento elevado en una pequeña duna dedicado a las vírgenes de esta ruta jacobea. El recorrido va siempre cercano al Ebro hasta Xerta, donde los peregrinos acortan al gran meandro del río Ebro hasta juntarse nuevamente en el embalse de Mequinenza.
Este camino se encuentra relativamente bien señalizado y discurre en muchos tramos por la ruta GR-99 Camino del Ebro. Ésta última es más larga, ya que tiende a ir muchos más cercana al río mientras que la jacobea tiende a acortar en los diversos meandros. El Camino del Ebro ofrece como eje central la ciudad de Zaragoza y su basílica de El Pilar. La tradición nos transmite que en este mismo lugar se apareció al Apóstol Santiago la Virgen en carne mortal un 2 de enero del año 40, para animarle en su evangelización de la península, ofreciéndole un pilar sobre el que edificar una iglesia. Este mismo pilar es el que hoy se venera en la basílica.
Esta ruta es muy agradable en cuanto a desniveles pero dura en cuanto a sombras, que escasean en todas las etapas. Es una ruta fácil en bicicleta.
El Camino Jacobeo del Ebro dispone de alojamientos en todas las posibles etapas, aunque escasean de momento los albergues de peregrinos.