El Camino Catalán ofrece al peregrino la opción de realizar su trayecto pasando por el mítico monasterio de San Juan de la Peña, histórico y hermoso monumento donde la leyenda, incluso, situó al Santo Grial.
Aunque menos conocida, esta elección sorprende al caminante, tanto por sus bellos paisajes como su riqueza histórica y cultural. Es en la localidad de Tárrega donde los peregrinos se desvían hacia Zaragoza, para enlazar con el Camino del Ebro o hacia Huesca, para confluir en Santa Cilia de Huesca con la ruta jacobea aragonesa. En este último caso son unos 240 kilómetros que avanzan, entre tierras de frutales, cultivos y pastos, hacia los bosques del pre-Pirineo.
El espectacular monasterio de San Juan de la Peña, enclavado en la roca y poseedor de uno de los mejores claustros románicos del mundo, es el hito más destacado de esta ruta, pero no el único. El peregrino encuentra a su paso el castillo templario de Monzón y el de Loarre, así como la colegiata de Bolea con su Santiago peregrino en el retablo del Altar Mayor.
Este Camino aumenta su dureza en el tramo final, debido a su proximidad a los Pirineos, y pasa por pequeñas aldeas con pocos servicios, pero se encuentra correctamente señalizado. La información más completa que hay es la de la guía publicada en Consumer.