Se conoce como camino a Finisterre la extensión entre la capital Compostelana y el cabo de Finisterre.  Desde la antigüedad, ya antes de aparecer el cristianismo, este lugar es considerado como el último confín de la tierra. Y un buen reclamo para contemplar la puesta del sol. Tenía un fuerte componente esotérico el hecho de estar en el fin del mundo (Finis Terrae). Más tarde se supo que  hay otros lugares, tanto en la costa portuguesa como en la gallega, que están más allá.

Para los más puristas, el sentido del camino a recorrer es el contrario, el que va de Finisterre a Compostela y no el que habitualmente se realiza en la actualidad.

El ocaso en Finisterre

El espectáculo de ver el ocaso del sol entre las aguas del océano del fin del mundo fue un acontecimiento que atrajo a celtas, romanos y a numerosos peregrinos medievales. Desde siempre numerosos autores nos han dejado escritas sus sensaciones experimentadas. Uno de estos escritos aparece en el Libro III del Codex Calixtinus, mediados del S.XII. Nos habla de la traslación del cuerpo  del Apóstol desde Jerusalén a Galicia y nos cita a la ciudad de Dugium, actual Duio. En este lugar se intenta enterrar el cuerpo del Apóstol, sin éxito debido a las autoridades romanas de la época.

Otras obras describen el recorrido del cuerpo de Santiago hasta su descanso en la tumba compostelana.

En las últimas décadas se han promocionado estas etapas del camino. Además se les ha dotado de infraestructuras y albergues que animan a realizar el recorrido.

Por ultimo, señalar que en este recorrido existe la variante de Muxia. Un donde se encuentra el “Santuario de A Nosa Señora de Barca”, donde se venera la Virgen María desde épocas medievales.