Esta semana hablamos con Francisco Buide, director del Archivo-Biblioteca de la Catedral de Santiago. Un sacerdote santiagués, experto en Historia Medieval y en el Camino de Santiago.

¿Cuál es la vinculación de Francisco Buide y el Camino de Santiago?

Soy natural de Santiago, por ello, me he criado viendo pasar peregrinos. Antes no era lo que es ahora pero había bastantes. Me ordené sacerdote en el año 2001 y fui a Roma a estudiar Historia de la Iglesia. Entre otras cosas, me especialice en Historia Medieval y en la cuestión jacobea. El camino no lo he hecho tanto, los que somos de Santiago necesitamos un extra de motivación pues es algo que tenemos siempre delante. De todas formas, he hecho el Camino desde Fátima, y el mínimo, de Sarria a Santiago.

¿En qué consiste tu trabajo actual?

Como director del Archivo coordino a los trabajadores e investigadores del mismo, orientar los trabajos, organizar, etc… Recibo a los investigadores que vienen de fuera, y coordinamos el trabajo entre unos y otros.

¿Está todo el Archivo descubierto o quedan joyas escondidas?

Joyas en el sentido épico o llamativo es poco probable. Pero sí que hay infinidad de detalles y documentación muy curiosa. Cuando sacas detalles de los documentos y los pones al servicio del historiador salen historias interesantes, especialmente en el ámbito jacobeo. Es un trabajo donde recibes muchas sorpresas de otros archivos europeos e investigadores de otros países, que han descubierto detalles del camino o narraciones de peregrinos que volvieron a su lugar de origen y escribieron sobre diferentes vivencias y aspectos del Camino.

¿Qué categorías se estudian cuando se analiza el Camino?

Hay distintos ámbitos de estudio. Por ejemplo, el investigador más de base busca sacar a la luz documentación que nos habla de una historia. Por ejemplo, la narración de un noble diplomático que trabajaba para la corte de Toscana y que visitando España por cuestiones políticas, en un momento del pre renacimiento, se tomo un mes libre para hacer el camino. Este hombre hizo una descripción preciosa del camino.

En el ámbito más moderno, por ejemplo, estarían los investigadores que estudian los hospitales, cofradías, etc por donde pasaban los peregrinos, para elaborar estudios.

Otra categoría sería el estudio a partir de documentación que viene de los lugares concretos por donde pasa el Camino. Pero aquí hay un peligro, en las administraciones quieren arrimar el ascua a su sardina e intentan muchas veces hacer un Camino de Santiago propio, de «su casa». Lo cual tiene un punto de verdad, pero muchas veces se busca crear rutas con una finalidad turístico- económica. Hay que tener cuidado de no poner la Historia al servicio del los intereses turísticos y contemporáneos.

¿Cómo conocen los peregrinos el Camino antes de ponerse a ello?

La gente lo conoce por las vías populares. En Brasil muchos lo conocen por Paulo Coelho, en Estados Unidos y Canadá por la película The Way… Cada sitio tiene su promoción. Pero esta sólo es la motivación de salida, luego cada uno vive su propio camino. Si dejan que el camino pase por ellos. Ya que también hay muchos que van a Santiago porque toca, porque está de moda y es como ir a los mundiales o a cualquier evento famoso, a por la foto.

Pero la gente en general, si tienen una vida religiosa y espiritual personal, ve la providencia actuando. Porque actúa mucho. Yo lo he constatado en diversos grupos de oración con peregrinos, historias de como Dios mueve los corazones. Tenemos que saber que el Camino es un lugar privilegiado, no por cuestiones históricas sino porque se ve la mano de Dios actuando.

También participas de oraciones con peregrinos en la catedral, ¿cómo son?

Me sumé como un voluntario más en las oraciones que se hacen en la catedral. Son un espacio de oración personal e íntimo, de un número mas reducido, y al margen de la misa del peregrino. Esta necesidad de un espacio más personal y menos masivo, es algo necesario en la catedral. Me sumé a un grupo internacional, donde se reza un salmo, se lee un texto en diferentes lenguas europeas, se hace la lectura de Pentecostés (la más significativa para estos momentos) y se da un tiempo para que cada peregrino se presente y exprese qué le ha dicho la peregrinación y cómo lo ha vivido. En definitiva, un lugar donde nos juntamos personas de diferentes lenguas, países y religiones, un espacio de espiritualidad común que nos permite compartir la vivencia del Camino.

Alejandro Palacios Álvarez